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Lidia R,Grace Ch, Rodrigo G, Luis S, Alexandra C y Telmo P |
Las historias de tenacidad de los familiares por encontrar a sus seres queridos
Aquellos 10 minutos… Todas las noches bastaba apenas ese instante para
que David abrazara a Alexandra, su madre. Cuando el bus dejaba atrás
Pomasqui, el estudiante de periodismo llamaba a casa para que salgan a
recibirlo en Rumicucho, la última parada. Así fue esa noche del 16 de
mayo de 2013. David se comunicó con su mamá. Una joven que viajaba en el
mismo bus de Transs Hemisféricos escuchó ese diálogo antes de bajarse
en San Antonio de Pichincha. Para entonces, Alexandra y Pepito, el
french poodle mascota de David, ya estaban en la parada. El joven de 21
años, amiguero y buena onda, nunca llegó. Aquellos 10 minutos ahora son
ocho meses…
En otros hogares, esos 10 minutos de magia por volver a ver al hijo, al
padre, al hermano se han extendido desgarradoramente por más de 23 años.
Rodrigo Garzón, por ejemplo, aún espera el retorno de su hermano, el
poeta Gustavo, desaparecido en una de las noches de lluvia en La
Mariscal, en los 90: una época oscura por la cual 20 familias todavía
lloran a los suyos.
Las historias se repiten con un corolario de silencio. Papi, estoy bien.
Me fue bien en Loja y me voy a quedar un día más para conocer otros
lugares de la provincia… La pantalla del celular de Telmo Pacheco se
iluminó a las 06:00 del 3 de noviembre de 2011, con el mensaje del hijo a
quien puso su mismo nombre. Entonces el viajero tenía 33 años y ayer,
precisamente, la familia recordó sus 36, en el vacío de su casa en la
Basílica, donde Telmo Jr., después de su travesía lojana, iba a
inaugurar un cafetín en la terraza, con la vista de una ciudad
abigarrada y hoy ajena al dolor de los Pacheco. En esa casa ahora
funciona la Asociación de Familiares y Amigos de los Desaparecidos en
Ecuador (Asfadec) y en ella coinciden 150 familias con una misma
consigna frente a la situación de sus seres queridos: “Solos los
perderemos, unidos los encontraremos”.
La solidaridad que se respira en ese espacio mitiga el terror de los
segundos que caen como granizos en piel desnuda. Segundos que se cuentan
en lustros y que también golpean el espíritu de Luis Sigcho. Su hijo,
Luis Jr., no vuelve desde 2008. Salió de su casa en Sangolquí a una
fiesta en San Rafael.
Su padre lo busca en sueños, entre lágrimas que se pierden en las
comisuras de sus labios. Lo busca en el día, en la noche, también en las
madrugadas. Trabaja en el reservorio de Guangopolo, al oriente de
Quito, y a las 02:00, cuando hace un paréntesis en su turno, camina por
la vera del río, “de repente un cuerpo me diga que por fin podremos dar
cristiana sepultura a mi hijo”. El jueves allí encontraron un cadáver:
no era Luis, hincha de la Liga, diestro en las matemáticas y hábil en la
mecánica automotriz. Una pancarta proyecta la imagen del joven que el
17 de enero pasado cumplió 31 años. Luis se cubre con ella, como cuando
su hijo se colgaba de su cuello en la niñez. “La vida que tuvimos ya no
existe más”, cuenta Rodrigo Garzón. “El Estado tiene una deuda enorme
con nosotros”, dice con determinación, tras recordar que el caso de su
hermano ha sido estudiado por dos comisiones de la verdad, sin
resultados. Todos, familiares y amigos, están sin un brazo, sin una
ilusión, sin más palabras. La prioridad es encontrar a los suyos. Y no
hay prueba, por más dura que fuese, que no se deba afrontar. Alexandra
Córdova cambió una vida de planes de futuro con David y su hija menor
por un hostil recorrido por morgues, hospitales, albergues, fiscalías…
Luis Sigcho, desde su lado, sabe lo que siente Alexandra. Antes, cada
dos días, iba a la morgue y le tocaba halar las bandejas de los
frigoríficos donde están los cadáveres, con la respiración suspendida y
luego con un terremoto de emociones: no es de su hijo el cuerpo
desfigurado que ve entre nubes de lágrimas. No es… Pero ¿dónde está? La
búsqueda de respuestas le han llevado a descender a las quebradas de
Amaguaña, de San Pedro de Taboada, de Uyumbicho… Lo han obligado a mirar
el cielo y ver si aves rapaces revolotean por algún pliegue del valle
de los Chillos…
En la siguiente entrega, conozca más detalles de la lucha de los
familiares de los desaparecidos y las respuestas del Estado. Los casos
de Grace Chapanta y Lidia Rueda, por ejemplo, ilustran el cambio de un
Estado frío a uno de mayor diligencia ante las personas extraviadas. Lea
estas historias el miércoles 29. Ese día, a las 11:00, los familiares
harán un plantón en la plaza Grande.
Telmo Pacheco
Desapareció el 3 de noviembre de 2011. Sus ojos son marrón. Mide 1,75 m.
Cicatriz en ceja derecha y en cuello. Llame al 098 770 4869 o al 02
228 1304.
Viviana Yanza Freire
Desapareció el 11 de septiembre de 2009. Mide 1,65 m. Sus ojos son
negros y tiene dos lunares cercanos en la mejilla. Contáctese con el
02 295 1425.
Carolina Garzon Ardila
Desapareció el 28 de abril de 2012. Su piel es blanca rosácea. Es una
estudiante colombiana y desapareción en Quito, sector Monjas. Llame al
098 227 9247.
Estefanía Rengel Acosta
Desapareció el 2 de marzo de 2004 en Pasaje, provincia de El Oro. Estaba
en la terminal rumbo a Machala. Mide 1,55 m, tez blanca y sus ojos
marrón. Llame al 098 227 9247.
Stalin Conchambay Lema
Se extravió el 3 de octubre de 2011. Mide 1,58 m, ojos café oscuro.
Tiene cicatriz en el codo derecho. Fue visto por última vez en
Carapungo. Llame al 02 295 1425.
Jesús Díaz Espinosa
Se perdió el 18 de mayo de 2013, del sector de Pusuquí. Es adulto mayor.
Aquel día vestía camisa azul, chompa crema y pantalón gris. Llame al
098 227 9247.
Pedro Chávez Brito
Desapareció el 22 de noviembre de 2009, en San Antonio de Pichincha.
Ahora tendría 92 años. Mide 1,70 m. Sufre de amnesia. Contáctese con el
02 261 2933.
David Romo Córdova
Desapareció el 16 de mayo de 2013. Viajaba en un bus de Transs
Hemisféricos a su casa, en Rumicucho. Mide 1,74 m. Sus ojos son marrón.
Llame al
099 990 8470.
Luis Sigcho Ñacato
Se extravió el 4 de octubre de 2008. Se lo vio por última vez en la
discoteca El Palco, San Rafael. Tez trigueña, pelo negro. Llame al 098
489 4941 o al 02286 3990.
Nahomy Vivar Zambrano
Desapareció el 21 de julio de 2007, en la playa de Galera, Esmeraldas.
Era una bebé y medía 75 cm. Vestía una falda verde y una blusa blanca.
Llame al 098 227 9247.
James Cuenca Vega
Desapareció el 9 de noviembre de 2013. Ese día su familia despertó y no
lo encontró en casa, en el barrio Fátima de Machala. Llame al 098 227
9247.
Giovanna Pérez C.
Se extravió el 4 de diciembre de 2010. Estaba en una gasolinera de la
avenida Los Shyris, en Ambato. Tiene orificios de piercing. Llame al 098
227 9247.
Celso Naula González
Desapareció el 18 de diciembre de 2010, junto con su sobrino, en el
centro de Tulcán. Se dedicaba a la venta de joyas. Comuníquese con
el 02 295 1425.
Juliana Campoverde R.
Se extravió el 7 de julio de 2012, en el sector de Solanda, sur de
Quito. Mide 1,68 m, tiene un lunar junto al labio. Llame al 098 382 6975
o al 02 284 8208.
¿DÓNDE ESTÁN…? Sitios de información
ASFADEC: la Asociación de Familiares de Desaparecidos
del Ecuador. Está en la García Moreno N11-113 y Carchi, detrás de la
Basílica. Puede llamar al 02 228 1304 o al 098 760 3122.
www.asfadec.tk: este es el sitio en Internet de la
Asociación. Allí hay un registro de noticias con respecto a las personas
desaparecidas y todas las actividades que realizan sus familiares hasta
encontrarlos. Otro portal fundamental, con el registro fotográfico e
informativo de los desaparecidos está en www.desendor.org.
Dos nexos en la radio: rayuelaradio, lunes, 11:00 y miércoles, 18:00. 88.1 FM Latina, miércoles a las 07:30.
el ministerio del interior: abrió el programa de recompensas. Puede llamar al 02 295 1425 o al 098 227 9247.
Contenido publicado originalmente en:
Hoy
Iván Flores Poveda
Editor de Información
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