Escrito por Néstor Salazar*
El trabajo de familiares de personas desaparecidas y su lucha en la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas (Asfadec) en materia de exigencia a través del arte literario, nos permite expresar nuestro dolor, la angustia, indignación y rebeldía frente al mutismo de Estado; la cooptación de la Fiscalía y el sistema de justicia al crimen organizado.
El 10 de diciembre, el Día Internacional de los Derechos Humanos, es una fecha para nosotros obligatoria. Exigimos la vigencia de los derechos humanos, de muchas vidas que fueron ciudadanos: padres, madres, esposos, esposas, hermanas, hermanos, novias y novios que les privaron de la vida, de la libertad, de la seguridad jurídica; bienes jurídicos protegidos por la Constitución de la República que resulta letra muerta o una de declaración de principios muy bonitos, ¡No más!, derechos establecidos en los instrumentos internacionales como la Convención de las Naciones Unidad ONU y la Convención Inter-Americana de Derechos Humanos que no se cumplen.
Somos hombres y mujeres reconocidos por la sociedad, pero vivimos y sufrimos en carne propia la violencia institucional instituida como es el caso de Yanera Constante, madre de Giovanna Pérez Constante desaparecida en el 2010, donde hay denegación de su derecho a conocer los resultados del sumario administrativo en contra de fiscales que conocieron el proceso.
En el caso de Arturo Francisco Segura Valdés desaparecieron 11 cuerpos del expediente de investigación de la Fiscalía en la Unidad de Desaparecidos y Muertes Violentas en Nueva Loja, no hay respuesta del Fiscal Provincial de Sucumbíos.
En el caso 171-2006 por desaparición y asesinato de María Beatriz Córdova la anulación del derecho de la víctima para que se lo busque de parte de la Fiscalía y la negación a los familiares a conocer la verdad y acceder a la justicia se mantienen 13 años después. En el tercer cuerpo del expediente fiscal se registra un plano en donde está graficado el lugar que se encontró las osamentas de María Beatriz, un sitio muy cercano al lugar que utilizan para el ganado, es decir, los cuidadores del camal encontraron los restos óseos y nunca se les llamó a rendir versión. Los fiscales, los policías y el cuerpo de bombero de Salcedo no profundizaron ni investigaron el hallazgo, en este caso la violencia institucional se orientó desde el inicio a la impunidad.
El silencio cómplice del Estado no se pronuncia en nada a frente a miles de personas desaparecidas, ni el expresidente Lenin Moreno y ni el actual mandatario Guillermo Lasso y la fiscal General del Estado, Diana Salazar.
La tolerancia social. Ante tanto atropello del sistema de justicia, con la relación al caso Juliana Campoverde aún se sigue manifestando que se juzga sin el cuerpo de Juliana porque sigue desaparecida. Frente a los casos expuestos, los familiares nos presentamos en las calles en todo el país para exigir los derechos de la sociedad como es la seguridad y el respeto a la vida.
La Iglesia Católica Ecuatoriana no se ha pronunciado frente al “fenómeno social de la desaparición de personas” ¿será hasta qué desaparezcan sacerdotes y monjas? Muy tolerantes, una sumisión espantosa de la Iglesia con lo que sucede en este país porque otras iglesias actúan denunciando la falta de respeto a los “derechos humanos y constitucionales” como las iglesias de Guatemala. La Iglesia del Salvador cuyo ícono es Monseñor Oscar Arnulfo Romero, actualmente la Iglesia Católica de Nicaragua, con sabiduría y valentía hacen frente al Régimen Dictatorial de Ortega Murillo, es un ejemplo que deben seguir en Ecuador.
En los plantones de los días miércoles en la Plaza Grande siempre se mostró criterios de la fuerza de choque correísta, la misógina en contra de las desaparecidas, así también, el odio contra los desaparecidos, responsabilizando a nuestros familiares de la desaparición. Se viene una lluvia de demandas de los familiares de personas desaparecidas en contra de Ecuador ante los organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y no nos detendrán, que también me incluyo en ello.
Canto de esperanza
Quiero cantar a la vida
lo que falta de vivir.
Por lo que me arrebataron
sin piedad.
II
Canto porque esto termine un día.
Con la diana de la esperanza,
su eco llegue hasta el infinito.
La angustia de no verlos,
de no tenerlos.
III
Será hoy, será mañana
o será cuando me vaya.
Canto al viento que me escucha,
juguetón con los sauces del río.
Y el trinar del jilguero,
son la melodía para decirlos
que aún los amamos.
IV
Canto porque quiero,
decirte suavemente al oído;
mis versos los más exquisitos.
Para ti amada mía, amigo, amiga.
Hasta siempre.
V
Canto sin ser cantor.
Canto con las estrellas de firmamento,
con el coro de las hadas.
Canto porque nos hacen falta
y sueño con volverlos a ver, a conocer.
Oh me iré cantando vuestros nombres
por lo sempiterno.
VI
Canto porque estoy sin ustedes.
Canto por la vida que les arrebataron,
nos pertenece.
Canto porque nuestra lucha no sea estéril.
Canto porque un día acaezca la tan anhelada justicia.
Y escribo para que en la vida no los olviden.
Foto de portada: Néstor Salazar junto a su familia en el parque de Latacunga. En sus manos porta la primera revista de la Asociación.
*Néstor Salazar, exvicepresidente de Asfadec y esposo de María Beatriz Córdova desaparecida y encontrada sin vida en 2006.