Comunicación Social en la Universidad Central.
Sus familiares y amigos
recordaron la fecha con videos y un acto solemne en el auditorio de la
Facultad de Comunicación. Su madre, Alexandra Córdova, contó a este
Diario cómo ha sido este año sin David.
“El 16 de abril que 2013, que desapareció David, mi vida cambió por
completo. Ese día estábamos esperando que él me llame para decirme que
saliera a recogerlo, como todas las noches. Sin embargo, esa llamada nunca llegó.
Ha sido un año de búsqueda, de angustia, de dolor, de incertidumbre, pero, sobre todo,
de impotencia. Un año en el que se han hecho muchas cosas pero no
tenemos respuestas: seguimos como el primer día. Lo único que apareció
fue su celular, y él no está. Tengo la esperanza de que las
investigaciones mejoren y nos den respuestas.
Fue una tragedia que jamás imaginé que me pasaría. Ahora me doy cuenta
de que solo cuando pasamos por una situación así de grande entendemos lo
que sucede a nuestro alrededor. Todos somos solo espectadores de las cosas
hasta que nos toca vivir. Mi hijo no compartía eso; él siempre fue
solidario con todos y lo que más le gustaba era ayudar a la gente aunque
no la conociera.
Desde las primeras horas que David desapareció, mi vida cambió absolutamente. Lo que más recuerdo es su sonrisa sincera y las palabras de aliento
que me daba siempre, sus ganas de seguir, de salir adelante y triunfar
para cuidar a la familia. Su inocencia y su bondad se veían reflejadas
en su mirada. Yo admiraba en él su confianza y su lealtad con la
familia. Tenía el don de hacerse querer con solo verlo.
Hasta ahora no logro comprender qué sucedió esa noche. Todos los días
me pregunto: quién le impidió que llegara a casa, si estará pasando
alguna necesidad, quién quiso causarnos ese mal, quién truncó su futuro y
nos separó. Todavía no encuentro respuestas.
Su amor es el motor de mi vida y sigue latente todo el tiempo. Mis días son fatales. Me levanto todos los
días entre las 05:00 y 06:00 a mandar a mi hija a la escuela y después
sigo con la búsqueda. Me reúno con fiscales, con abogados, voy a las
instituciones del Estado; con mi abogado planificamos qué más vamos a
pedir, con la Policía reviso lo que se está haciendo; a veces tengo que
explicar de nuevo cómo fue todo, leo informes para ponerme al tanto de
todo. Hasta ahora hay 26 cuerpos aparecidos… pero ninguno es el de mi
hijo.
Me encuentro con periodistas, con los familiares hacemos plantones y, a pesar de
todo eso, mi hijo sigue desaparecido. No sé qué pasa en el país; hay
tantas personas desaparecidas. Quisiera retroceder el tiempo para no
permitir que nada nos separe, para tenerlo a nuestro lado como siempre
debió haber sido.
Cuando no estoy en reuniones, estoy en la computadora, mando mensajes de correo
electrónico, uso Facebook, Twitter, Whatsapp. Llego a mi casa a las
20:00 o 21:00, cansada, y voy a la computadora, a enviar correos.
Necesito recordar a la gente que David sigue desaparecido, que es su
cumpleaños, que hicimos actividades por él. Yo quiero que la gente no se
olvide de mi hijo.
David cumple años el 31 de mayo. Ese fue uno de los peores días, porque
él no estaba. Aunque lo recordamos con una marcha hasta la Plaza Grande
con los familiares y amigos, nada ese día fue igual. Los días
importantes como el Día de la Madre me faltó una mitad. No lo celebré
porque David no estaba; me siento incompleta. Solo tengo la esperanza de
que va a aparecer, vivo o muerto, porque las personas no se esfuman de la tierra.
Mi vida está destinada a buscarlo. Ahora solo quiero agradecer a Dios
por las personas que puso en nuestro camino desde ese día fatal por todo
el apoyo que nos han dado”.
Ayer se cumplió un año de la desaparición de David Romo, de 22 años y estudiante de