El 29 de junio del 2007, Juan Carlos Calero se encontraba en la ciudad de Quito. Esa tarde, a las 18:30, se dirigió a casa de su expareja, ubicada a pocos metros de la casa de sus padres, en el sector de Conocoto. Ligia Calero, hermana de Juan Carlos, recuerda que su hermano se despidió como si fuera su último día, nos dijo: «cuiden mucho a mi sobrino y compórtense bien. Ustedes son importantes para mí”.
Juan Carlos Calero tenía 25 años cuando desapareció el 29 de junio del 2007, en el sector de Conocoto, suroriente de Quito. Él trabajaba en la constructora Pacífico de la ciudad de El Coca y estaba de vacaciones en casa de sus padres, en Quito. El día de su desaparición vestía una chompa negra con capucha y zapatos café. La última vez fue visto en casa de su exconviviente con quien tenía algunos conflictos desde su separación.
A las siete de la noche de ese día, la dueña de casa informó a los familiares de Juan Carlos que la pareja estaba discutiendo. Su padre no dio importancia al hecho, porque la relación de su hijo con la progenitora de sus nietos había sido conflictiva, no quería involucrase. Pasaron tres días y Juan Carlos no regresaba a casa. El lunes 2 de julio, a las 5:00, sus familiares decidieron buscarlo en casa de su expareja, pero no lo encontraron.

Juan Carlos Calero, ahora su rostro está en los afiches del Ministerio de Gobierno.
Según versiones de la dueña de casa, aquella noche del 29 de junio, Juan Carlos habría discutido con la madre de sus hijos y salió con dirección a casa de sus padres. Sin embargo, nunca llegó. Además, él tenía un golpe en la cabeza propiciada por su expareja y estaba sangrando.
Sus familiares al enterarse del hecho, buscaron en los alrededores del sector de Conocoto y después fueron a la Policía a presentar la denuncia, que no fue aceptada por que no habían transcurrido 72 horas. Le comentaron a los agentes que él había tenido una discusión y contestaron: “entonces debe estar escondido”. Una semana después “buscamos en hospitales, morgues, quebradas, pegamos afiches – dice Ligia Calero-. Incluso, mi hermana visitó el penal García Moreno, que existía en ese entonces, y no encontramos nada».
El 7 de agosto del 2007, la Policía Judicial receptó la denuncia por desaparición. Posteriormente, se realizaron dos audiencias. En la primera audiencia, la expareja declaró que Juan Carlos era una «persona agresiva y drogadicta», mientras que en la segunda, dijo: «que ella lo había golpeado en la espalda mas no en la cabeza y que una persona no se muere por un golpe». Ligia Calero comenta que el primer año de investigación en el 2007 fue complicado por el aspecto económico.
“No teníamos ni para comer, pagamos hasta 60 dólares para que el agente tome una foto. Además, teníamos que darle desayuno, almuerzo y el transporte, así se demore solo 5 minutos en cualquier acción relacionada a la desaparición de mi hermano”.
Ligia Calero, hermana de Juan Carlos
En el 2008, el agente a cargo de la investigación cerró el caso porque, según él, la madre de Juan Carlos, que vivía en Latacunga, declaró que su hijo se encontraba bien, declaración que su madre después de varios años niega haber realizado. En enero del 2018 se presentó nuevamente la denuncia por parte de Ligia Calero, pero los archivos sobre las declaraciones realizadas hace 10 años se perdieron, tampoco los familiares cuentan con una copia de la primera denuncia que se hizo en el 2007.
En la segunda denuncia ya no se consideró la línea de investigación sobre la expareja como principal sospechosa. Solo se tomó declaraciones de Ligia, sus hermanas y su padre. Ligia relata que solicitó a través de un oficio el allanamiento de la vivienda donde estuvo Juan Carlos por última vez, pero esta solicitud no tuvo respuesta. Su intención con el allanamiento de morada era encontrar una pista para dar con el paradero de su hermano.
El caso de Juan Carlos ha sido investigado por dos agentes. Por ejemplo, desde el año 2019 hasta el 2020, el proceso de investigación estuvo a cargo del agente Edgar Silva que siguió la pista de Juan Carlos hasta Machachi, pues según un testimonio, Juan Carlos fue visto en ese lugar trabajando en un camión, no obstante cuando se visitó el lugar las personas del sector no corroboraron esa pista, ni identificaron haber visto a Juan Carlos. Luego de unos meses, por motivos familiares el agente a cargo dejó el caso y se lo asignó al investigador Juan Cuapicho. Sin embargo, hasta el día de hoy, Ligia Calero no ha recibido ninguna llamada de este agente. Además, ella asegura que ha intentado comunicarse con él y no contesta sus llamadas. Debido a las circunstancias que atraviesa el país por la pandemia del covid 19, el caso de Juan Carlos Calero sigue pendiente.
“La desaparición de mi hermano se encuentra fichada, si él sale del país o llama de cualquier operadora lo vamos a saber. He estado pendiente en las elecciones por si acaso mi hermano se acerca a sufragar, pero no he obtenido una respuesta positiva”.
Ligia Calero, hermana de Juan Carlos
La familia Calero exige al Estado ecuatoriano que no pongan trabas a los procesos de investigación. En el caso de Juan Carlos Calero, su familia cree que pueden existir pistas en la casa donde fue visto por última vez. También hacen un llamado de atención a los agentes y fiscales a cumplir con su función de investigar y no esperar que la familia del desaparecido este todo el tiempo presionando para que cumplan con su trabajo.
Foto Principal: Ligia Calero presente en los platones que realiza Asfadec por las personas desaparecidas y encontradas sin vida. Foto: Jonathan Tamayo/Asfadec