6thNov

María Eugenia Basantes: ¡Tengo la esperanza de que está vivo Alexander y va a volver!

Hoy se cumplen 27 años de la desaparición de Alexander Romo. María Eugenia Basantes, madre de Alexander, no pierde la esperanza de encontrar a su hijo, desaparecido el 6 de noviembre de 1994, en el antiguo terminal terrestre de Cumandá, en Quito. Tres veces ha colocado la denuncia para que el caso se investigue.

Alexander Adrián Romo Basantes tenía dos años y cuatro meses cuando desapareció aquel 6 de noviembre. Era cerca de las 10 de la mañana, María Eugenia se encontraba en el restaurante de un familiar revisando el periódico en busca de un trabajo, mientras su niño jugaba con otras dos pequeñas, entrando y saliendo constantemente del comedor hacia una habitación dentro del negocio. Al ver que no entraba, María Eugenia salió a buscar al pequeño Alexander y al no encontrarlo comenzó a preguntar a todos los que estaban alrededor.

“Las personas que trabajaban en el restaurante “fueron al piso de abajo a buscar a mi hijo. Yo junto a mi prima buscamos en el segundo piso y nos acercamos a las oficinas del terminal para preguntar si lo han visto y pedimos, por los parlantes que, si alguien ve al niño lo regresen al restaurante. También subimos a los buses que estaban en el terminal a ver si alguien lo vio, hasta que se nos hizo de noche. Nos tomó todo el día buscarlo”.

Al siguiente día se acercó a las autoridades para hacer la denuncia, pero la Policía solo anotó el nombre de su hijo en un papel. “No me ayudaron en nada”, recuerda María Eugenia. Luego, con la ayuda de su familia, logró imprimir fotos del pequeño Alexander y las repartieron por el, entonces, terminal terrestre de Cumandá y también, recurrió por cuenta propia, a la televisión, a la radio y a los periódicos para que ayudaran con la difusión de su hijo desaparecido.

María Eugenia Basantes en la Radio con la foto de su hijo. Foto: archivo Asfadec

“Mi hijo, Alexander Adrián Basantes, se llamó en un principio así, porque el padre no lo reconoció. Luego, por consejo de una amiga, inicié una demanda de reconocimiento de paternidad y de pensión de alimentos, en el Tribunal de Menores. Mi situación económica era dura, no tenía un trabajo estable porque nadie quería contratarme con la posibilidad de que asista con mi hijo y tampoco tenía con quién dejarlo”, comenta la madre de 60 años, quien solo pudo conseguir la inscripción con el apellido paterno tiempo después.

Fueron cinco años de angustia, hasta que en una ocasión le llegó información sobre el paradero de su hijo. Se trataba de alguien cercano a la esposa del padre de Alexander Romo, quien advirtió a la madre que se encontraba con familiares de su progenitor. Realizó una segunda denuncia, el 26 de julio de 1999 en la Dirección Nacional de Policía Especializada de la Niñez y Adolescencia (Dinapen).

Posteriormente, se dirigió a la casa del padre, con tres agentes, pero solo conversaron con él y lo dejaron al margen de la situación. Los agentes le mencionaron que “como padre tiene todo el derecho de estar con el niño. Además, yo no sabía bien qué hacer. Solo saqué la orden para que fuera la Policía. Luego me indicaron que debía solicitar una orden de allanamiento para que entren a revisar la casa del papá de mi niño y verificar si estaba ahí”.

“Para hacer una buena investigación debía tener mucho dinero y un carro” fue una de las respuestas de las autoridades, dice María Eugenia, con dolor e indignación. Además, ella cree que si hubiese tenido conocimiento sobren leyes y sobre la existencia de una orden de allanamiento para que la Policía revisara la casa del padre, la habría ayudado con en el proceso de denuncia por la desaparición de Alexander y a exigir respuestas a las autoridades encargadas.

Así pasó, María Eugenia durante cinco años hasta que cayó en depresión. En ocasiones, perdía la memoria y no sabía cómo regresar a su casa por lo que se veía obligada a llamar a familiares para socorrerla. Entró a tratamiento con un psiquiatra durante seis meses hasta que pueda recuperarse y continuar con su trabajo, cuidar a niños pequeños. “Tomaba ocho pastillas en la mañana, ocho en el almuerzo y ocho en la merienda para estar tranquila y poder dormir”, cuenta María Eugenia.

La madre de Alexander asegura que no hubo ninguna otra diligencia con las autoridades para buscar a su hijo. Por eso, cuando llegó a las puertas de la Asociación de Amigos y Familiares de Desaparecidos de Ecuador (Asfadec) sintió que su lucha empezaba por buen camino para conseguir respuestas. Acompañada de Asfadec, logró hacer la denuncia por la desaparición de Alexander Romo Basantes por tercera  vez y mantiene la esperanza de que su reclamo será escuchado.

Alexander Romo Basantes sentado en un jardín. Fuente: archivo familiar

En el gobierno de Rafael Correa le asignaron tres agentes, donde se localizaron a tres posibles niños que cumplían con las características de Alexander. Ninguno resultó ser su hijo. Alexander en ese entonces era un niño de tez trigueña y cabello negro muy tierno y educado. Era la felicidad del cuarto donde vivían junto a la madre, recuerda con nostalgia María Eugenia. También le facilitaron el acceso a un médico para que pueda ser atendida debido a su enfermedad, ya que sufre de diabetes.

Tras año y medio de la pandemia, logró que se retomen las investigaciones. Este año logró conseguir un Defensor Público para el proceso legal y asistió a una entrevista psicológica en Medicina Legal, hecho con el que se iniciará las investigaciones tras 27 años de desaparición de Alexander Adrián Romo Basantes.

 

 

 

 

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Las desapariciones de niños en Ecuador han aumentado con el pasar de los años. El 95% son desapariciones voluntarias, donde las causas más comunes son familiares y escolares, según la Dinased. No obstante, las cifras varían según la entidad consultada. La Dinased reporta 2780 desapariciones en 2020, mientras la Fiscalía habla de 6227 denuncias recibidas. Asfadec denuncia que el Estado debe unificar el número exacto de personas desaparecidas, solo así podrá conocer esta problemática social y dar una respuesta efectiva mediante políticas públicas.

En el 2018 se implementó el plan de acción “Alerta Emilia”, un sistema de alerta temprana que pretende ayudar a localizar a niños sustraídos o raptados. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) junto al Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (ICMEC) que apoyaron al Estado ecuatoriano para la aplicación de este instrumento de respuesta urgente para casos de desaparición de menores de edades.

María Eugenia en los plantones de la Plaza grande sosteniendo un cartel con el rostro de su hijo hace 27 años y la proyección actual. Foto: Asfadec

“No sé qué vendrá ahora. Tengo esperanzas de que mi hijo está vivo y que va a aparecer cualquier rato”. A María Eugenia le arrebataron un niño de casi tres años y en la actualidad buscamos a un hombre de 29. “Cuando Alexander empezó a caminar, estaba de moda la canción La Macarena – en los años 90- y mi niño apenas la escuchaba, se emocionaba e intentaba bailar”, es el recuerdo más tierno que aún vive en la mente de María Eugenia. Gracias a proyecciones fotográficas realizadas en México y Estados Unidos se tiene una imagen referencial de cómo podría verse Alexander en la actualidad.

Betshabe Ortiz Flores (Quito, 1997)

BetsyOr14321203 | Estudiante de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Voluntaria en el área de Comunicación de Asfadec.

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